En el aeropuerto de Santiago
(...) En lo más íntimo de su ser, el hombre está siempre en camino, está en busca de la verdad. La Iglesia participa de ese anhelo profundo del ser humano y ella misma se pone en camino, acompañando al hombre que ansía la plenitud de su propio ser.
Al mismo tiempo, la Iglesia lleva a cabo su propio camino interior, aquél que la conduce a través de la fe, la esperanza y el amor, a hacerse transparencia de Cristo para el mundo.
Ésta es su misión y éste es su camino: ser cada vez más, en medio de los hombres, presencia de Cristo, “a quien Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención” (1 Co 1,30). Por eso, también yo me he puesto en camino para confirmar en la fe a mis hermanos (cf. Lc 22,
32).
Vengo como peregrino en este Año Santo Compostelano y traigo en el corazón el mismo amor a Cristo que movía al Apóstol Pablo a emprender sus viajes, ansiando llegar también a España (cf. Rm 15,22-29). Deseo unirme así a esa larga hilera de hombres y mujeres que, a lo largo de los siglos, han llegado a Compostela desde todos los rincones de la Península y de Europa, e incluso del mundo entero, para ponerse a los pies de Santiago y dejarse transformar por el testimonio de su fe. Ellos, con la huella de sus pasos y llenos de esperanza, fueron creando una vía de cultura, de oración, de misericordia y conversión, que se ha plasmado en iglesias y hospitales, en albergues, puentes y monasterios. De esta manera, España y Europa fueron desarrollando una fisonomía espiritual marcada de modo indeleble por el Evangelio.
En el interior de la catedral compostelana
(...) Peregrinar no es simplemente visitar un lugar cualquiera para admirar sus tesoros de naturaleza, arte o historia. Peregrinar significa, más bien, salir de nosotros mismos para ir al encuentro de Dios allí donde Él se ha manifestado, allí donde la gracia divina se ha mostrado con particular esplendor y ha producido abundantes frutos de conversión y santidad entre los creyentes. Los cristianos peregrinaron, ante todo, a los lugares vinculados a la pasión, muerte y resurrección del Señor, a Tierra Santa. Luego a Roma, ciudad del martirio de Pedro y Pablo, y también a Compostela, que, unida a la memoria de Santiago, ha recibido peregrinos de todo el mundo, deseosos de fortalecer su espíritu con el testimonio de fe y amor del Apóstol.
Homilía de la misa en Plaza del Obradoiro
(...) Esto es lo que nos recuerda también la celebración de este Año Santo Compostelano. Y esto es lo que en el secreto del corazón, sabiéndolo explícitamente o sintiéndolo sin saber expresarlo con palabras, viven tantos peregrinos que caminan a Santiago de Compostela para abrazar al Apóstol. El cansancio del andar, la variedad de paisajes, el encuentro con personas de otra nacionalidad, los abren a lo más profundo y común que nos une a los humanos: seres en búsqueda, seres necesitados de verdad y de belleza, de una experiencia de gracia, de caridad y de paz, de perdón y de redención. Y en lo más recóndito de todos esos hombres resuena la presencia de Dios y la acción del Espíritu Santo. Sí, a todo hombre que hace silencio en su interior y pone distancia a las apetencias, deseos y quehaceres inmediatos, al hombre que ora, Dios le alumbra para que le encuentre y para que reconozca a Cristo. Quien peregrina a Santiago, en el fondo, lo hace para encontrarse sobre todo con Dios que, reflejado en la majestad de Cristo, lo acoge y bendice al llegar al Pórtico de la Gloria.
Desde aquí, como mensajero del Evangelio que Pedro y Santiago rubricaron con su sangre, deseo volver la mirada a la Europa que peregrinó a Compostela. ¿Cuáles son sus grandes necesidades, temores y esperanzas? ¿Cuál es la aportación específica y fundamental de la Iglesia a esa Europa, que ha recorrido en el último medio siglo un camino hacia nuevas configuraciones y proyectos? Su aportación se centra en una realidad tan sencilla y decisiva como ésta: que Dios existe y que es Él quien nos ha dado la vida. Solo Él es absoluto, amor fiel e indeclinable, meta infinita que se trasluce detrás de todos los bienes, verdades y bellezas admirables de este mundo; admirables pero insuficientes para el corazón del hombre. Bien comprendió esto Santa Teresa de Jesús cuando escribió: “Sólo Dios basta”.
... Europa ha de abrirse a Dios, salir a su encuentro sin miedo, trabajar con su gracia por aquella dignidad del hombre que habían descubierto las mejores tradiciones: además de la bíblica, fundamental en este orden, también las de época clásica, medieval y moderna, de las que nacieron las grandes creaciones filosóficas y literarias, culturales y sociales de Europa...
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Dos ensayos descargables del simbolismo masónico en Capilla Palafox del
Burgo de Osma
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Artículo de Ángel Almazán.- antropologiamisterioburgodeosma Incorporo aquí,
online, dos textos que tienen ya unos años puesto que en mi conferencia de
maña...
Hace 2 semanas
2 comentarios:
No creo que lo publiquen, pero hay que destacar , que sus comentarios tenian que empezar pidiendo perdon, por todo el mal que han hecho en su historia, cataros , templarios , gentes con otras ideas o reformistas. Pero la ultima caca, que si no hubiera salido a la luz en Irlanda no hubieran dicho ni pio, y sguirian violando a pobres infantes , que igual siguen en este momento. La pelicula "La mala educacion " de Pedro Almodovar lo retrata muy bien los abusos en internados, con la mania que le tienen los catolicos de derechas , si es homosexual es por culpa de la iglesia que lo violaron hasta que le cogio gusto estas son las mentiras que arrastra la iglesia y eso crea karma o pecado que lo tendran que pagar , Tampoco deben creed en el juicio final por que si lo creyeran no lo hubieran consentido ( por que la iglesia ha consentido estas violaciones , para que asi los curas no pensaran en casarse , que seria mas honesto ( todos nos encontraremos cuando vayamos al otro lado, y alli los normales somos Santos y los Santos aqui los Mandan al infierno ( si existe)
Ya ves que sí que lo he publicado. En la Iglesia Católica hay -y ha habido- de todo, desde la hez de la hez hasta el misticismo más alto. La mismísima historia del papado es un reflejo mismo de lo más instintivo y bajo que hay en el ser humano, pero también hay instantes de alta espiritualidad en algunos papas... En lo que a mi respecta, pasada ya la cincuentena de años, lo único que me interesa es la faceta lumínica y no la sombría... pero no por ello voy a cerrar los ojos ante lo sombrío... Mucha pena me da el sufrimiento y traumas que han provocado tales bajezas en los escolares y adolescentes... Yo mismo estuve en un Seminario de curas durante cuatro años, aunque nada de tales depravaciones llegaron a mis oídos que acontecieran, por lo que, en este aspecto, nada puedo criticar a aquellos sacerdotes... No se daban, por tanto. En fin...
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