jueves, 18 de marzo de 2010

Camino de Santiago Navarro: Claves Masónicas (2)

LOS SANTOS CORONADOS EN IRACHE (NAVARRA)


En el fascinante monasterio de Santa María de Irache, en Ayegui, nos espera una portada occidental con una tracería mudéjar que oculta un "cordón dorado" de las cofradías de constructores 


Ángel Almazán de Gracia

Este artículo ha sido publicado en la revista de la Asociación Amigos de Irache (2006), y en Soriaymas.

 
Hay muchas formas de sentir e interpretar la iconología pétrea del monasterio de Santa María de Irache. Nosotros lo hemos hecho retrocediendo mentalmente a la época en que se construyó la portada de su iglesia del siglo XII para, desde el tipo de conocimientos que pudieran tener el maestro de obras y los alarifes, intentar comprender su simbolismo, lo que hemos reflejado en nuestro libro Claves masónicas de los maestros constructores. De Córdoba al Camino de Santiago navarro.



Que el arte constructivo medieval está en deuda con la concepción pitagórica, platónica y neoplatónica de los números y de las figuras geométricas es un hecho, y que tales concepciones tienen un profundo sesgo cosmológico y esotérico es también una realidad. Igualmente cierto es que tal saber fue recogido por el Islam y trasladado, a través de él, a la Europa medieval, destacando en tal función los 52 libros de la llamada Enciclopedia de los Hermanos de la Pureza, de finales del s. X, llevada a Al Andalus por Maslama Al-Mayriti, que fue autor de dos libros alquimistas a mediados del s. XI.


Igualmente está fuera de dudas la presencia de tallistas mudéjares (musulmanes, en definitiva) en la labra decorada de piedras de cantería en el románico y protogótico navarro, como hemos señalado en el citado libro en lo que respecta a las portadas de las iglesias de San Román de Cirauqui, San Miguel y San Pedro de la Rúa en Estella, Santiago (Puente de la Reina), Santo Sepulcro de Torres del Río y monasterio de Irache (Ayegui).

La mano mudéjar, islámica, se muestra plenamente en la iconología geométrica y entrelazada de los laterales de la puerta occidental de la iglesia de Irache, a la que vamos a referirnos muy sucintamente a continuación, y más concretamente a las tres figuras de su lado izquierdo, donde podemos apreciar un círculo, un triángulo y un cuadrilátero. Pues bien, el místico sufi Ibn al Arabi (1165-1240) -murciano para más señas-, en diversos tratados recurría a tales figuras para simbolizar el deambular iniciático del alma en su fusión con el espíritu y de éste con Dios. Tales motivos geométricos, por otro lado, son de gran importancia filosófica y esotérica en el pitagorismo, platonismo y neoplatonismo.


Las cofradías de constructores eran itinerantes en la Edad Media. Mediante el estudio de los francmasones operativos alemanes de los siglos XIII en adelante, se sabe que éstos daban una importancia extraordinaria al triángulo, cuadrado y círculo, a la par que tenían como patronos –allí y en toda Europa, España incluida- a los Cuatro Santos Coronados, que cuando eran representados en forma humana portaban en sus manos la escoda de picapedrero, la escuadra, el compás y la regla. Ahora bien, geométricamente tenían como emblema el cuadrado (“Cuatro”), el triángulo (por el triple “Santo, Santo Santo” de los salmos) y el círculo (corona).


Asimismo, entre los francmasones operativos se transmitía un saber hermético (como queda expuesta en el emblema XXI de la Atalanta fugiens) y constructivo, memotécnicamente resumido así: “Un punto que sugiere un círculo, que está en el cuadrado o en el triángulo. Si lo conocen, ¡mucho mejor!”.

Las amplificaciones simbólicas que se pueden alcanzar son, a su vez, muy sugestivas. Los Cuatro Santos Coronados –martirizados por mandado de Diocleciano en el s. III- han sido equiparados, por ejemplo, con los Cuatro Elementos. El triángulo equilátero, a su vez, pasó a ser la delta francmasónica que esconde el diez o la Tetraktys pitagórica, y colocado encima de un cuadrado simbolizan la Piedra Filosofal de la Alquimia. Así mismo, el cuadrado fue empleado por los francmasones operativos como tabla de trazar.


No es éste el lugar ni el momento para poder desarrollar estas vinculaciones simbólicas y su significado esotérico, de los que si hemos podido escribir en nuestro libro ya citado, donde indicábamos por otro lado que las ménsulas colgantes del atrio que antecede a esta portada muestran los bustos de los Santos Coronados (cuatro, pero también cinco en algunas hagiografías medievales).

Muy del gusto islámico, y por ende del andalusí -y por consiguiente del mudéjar-, es el empleo de los entrelazos en la iconología, motivo que también fue usado por el gran Leonardo da Vinci (tan de actualidad mediática debido a El Código da Vinci) y Alberto Durero, sobre cuyo simbolismo escribieron muy sabiamente el último gran metafísico de Occidente, René Guénon, y el destacado crítico del arte Ananda K. Coomaraswamy, vinculándolo a los denominados “múltiples estados del ser”, concepción que nos lleva al ámbito metafísico, sobre el que también hemos referido diversas explicaciones en Claves Masónicas de los maestros constructores, así como en nuestro portal http://www.soriaymas.com/, a donde remitimos a los lectores interesados en ampliar conocimientos al respecto.

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