miércoles, 16 de mayo de 2012

Santa María de Eunate, Ascensión y escatología


La iconografía de Santa María de Eunate hay que relacionarla con la escatología medieval cristiana. Esta es la hipótesis que voy a argumentar brevemente en este artículo (dejando la puerta norte para otra ocasión). La planta y alzado del enclave igualmente apoya esta hipótesis mía (que analizaré en el siguiente post).

En la primera mitad del siglo XIII sobre la Ascensión de Cristo, dice San Bernardo de Claraval (renovador del Císter y “pater espiritual” de la Orden del Temple), “Es la cumbre y plenitud de las demás solemnidades, el broche de oro del largo peregrinar del Hijo de Dios. El mismo que bajó es el que sube hoy por encima de los cielos, para llenar el universo”.  Antonio Lobera y Abio, testimonia en 1846: “Sabe, curioso, que a esta fiesta la llaman los santos doctores fiesta de las fiestas, y solemnidad de todas las solemnidades, la más gloriosa para Cristo”.  Y los que rondamos el medio siglo de edad todavía recordamos que en la liturgia católica “tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión".


Pues bien, sugiero que la sorprendente figura de Cristo vestido con los brazos totalmente en horizontal  -pero sin cruz- del capitel del claustro de Santa María de Eunate en el que hay además catorce personas más no escenifica, como se ha venido señalando, la Crucifixión, sino la Ascensión de Cristo en el monte de los Olivos ante once apóstoles, la Virgen María y otras tres personas. Lamentablemente la erosión no nos permite identificar nada más. Pudiera ser que  el escultor labrase a los doce apóstoles (aunque Judas ya no estaba y no se había elegido todavía a quien lo reemplazase, Matías), como acontece en algunas representaciones del conjunto apostólico en la Ascensión. Pudiera ser que sólo representara a los once apóstoles, a la Virgen y quizás a María Magdalena y a los dos discípulos que desempeñaron un papel tan decisivo en el descendimiento de Jesús de la cruz y su enterramiento: Nicodemo y José de Arimatea. 
Tras resucitar Cristo baja al inframundo y se lleva a las ánimas purgadas que ascencerán con él durante su Ascensión a los Cielos desde el Monte de los Olivos
 Este tema –el de la Asunción de Cristo- es muy adecuado para la función esencial que desempeñaba esta iglesia –que ni fue templaria, ni de los sanjuanistas, ni fue hospital de peregrinos, ni cementerio jacobeo-, cual fue la de servir de sede a la Cofradía de Ánimas deOnate (lo de Eunate es un invento toponímico del siglo XIX) que tenía como misión fundamental rendir culto a la Virgen y realizar allí los funerales y enterramientos de sus cofrades. Y esto es así porque al ascender Cristo a los cielos, según la creencia cristiana, subieron con él todas las ánimas del Purgatorio, y a partir de entonces quedaron abiertas las “puertas del Purgatorio celeste y de los cielos” para todos los difuntos posteriores que lo mereciesen. Y a eso aspiraban, obviamente, los cofrades en su lecho de muerte: a pasar poco tiempo en el Purgatorio y dar el salto al Paraíso celeste. 

En la iconografía escatológica medieval, por otra parte, observamos que los demonios infernales están representados con cabezas monstruosas a modo de máscaras carnavalescas de grandes ojos abiertos, largos colmillos y dientes puntiagudos, fauces abiertas andrófagas (comedoras de los cadáveres-ánimas en pena), orejas animalescas… ¿Y qué vemos en dos capiteles de este claustro sino este mismo de cabezas diabólicas infernales?  Y lo mismo podemos decir respecto a dos capiteles del arco de triunfo situados a la derecha del espectador. Asimismo las cabezas grotescas de los canecillos del ábside representan igualmente demonios del averno.  Todas estas representaciones escatológicas infernales tenían el objetivo de que los cofrades incrementasen su temor a las penas del infierno y del Purgatorio y, consecuentemente, llevaran una vida cristiana practicando las virtudes cristianas y los deberes religiosos católicos a fin de poder estar poco tiempo en el Purgatorio y pasar al Paraíso celeste. Y como mediadora-intercesora de las ánimas dirigían en vida sus oraciones y culto a Santa María de Eunate.  

Con la Ascensión de Cristo se anuncia, al mismo tiempo, que Cristo estará sentado a la derecha del Padre y que juzgará a vivos y muertos tras su Parusía al final de los tiempos, momento en el que los que sitúe a su siniestra irán al infierno (donde habrá llanto y rechinar de dientes) y los que coloque a su derecha serán salvados y morarán en el Paraíso por siempre jamás. Y, efectivamente, vemos que si nos ponemos en el presbiterio mirando a la puerta occidental, los capiteles izquierdos del arco de triunfo tienen motivos vegetales (representando a los árboles y la vegetación exuberante paradisíaca) y al lado hay otros dos capitele en el que los ángeles tocan instrumentos musicales y se danza de alegría beatífica al son de la música tocada por las ánimas dichosas, mientras que a la izquierda hay cabezas demoníacas amenazantes. Igualmente, en diversos capiteles del claustro vemos plantas labradas que rememoran, como he señalado, las estancias paradisíacas.

Con la Ascensión, Cristo culmina “su misión” salvífica iniciada desde la Anunciación y materializada en la Natividad, dando la buena nueva por tierras de Palestina, aceptando la Pasión, muriendo y resucitando después. Su Ascensión “abre las puertas celestes” a las ánimas del Purgatorio del inframundo y posibilita el descenso del Espíritu Santo para su cuerpo místico, esto es, los cristianos.  Por eso el topónimo del lugar es Onat-Onate, esto es, “Buena Puerta”, pues como afirma el evangelista Juan, Cristo reveló en su alegoría como Buen Pastor: “Yo soy la puerta: el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos..” Alegoría muy idónea, por cierto, para el “modus vivendi” pastoril-ganadero medieval de esta zona navarra. 

Más datos al respecto de lo que supone en el catolicismo la Ascensión puede leerse en Soriaymas: La Ascensión, un Misterio numinoso. Y sobre el esoterismo de las “máscaras demoníacas devoradoras”, puede consultarse el capítulo que dedico a Santa María de Eunate en mi libro Claves Masónicas de los Maestros Constructores. De Córdoba al Camino de Santiago Navarro.

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